Las drogas estimulantes del sistema nervioso conforman un grupo de sustancias diversas, pero con un denominador común: impulsar el rendimiento del funcionamiento fisiológico. O, si se quiere, dopar al organismo para experimentar mayor energía, euforia y estado de alerta. Sin embargo, y a pesar de su gran popularidad y demanda, su toxicidad y su poder adictivo ocasionan consecuencias dramáticas en sus consumidores.
LAS DROGAS ESTIMULANTES Y SU IMPACTO EN EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL
Dentro del sistema de clasificación de las drogas existen muchos tipo de categoría: legales vs. ilegales; duras vs. blandas, naturales vs. sintéticas, etc. Así, podríamos hablar de drogas estimulantes del sistema nervioso tanto naturales y legales (guaraná, hoja de coca, cafeína) como químicas e ilícitas (cocaína, anfetaminas).
Sin embargo, el modo más fehaciente de clasificarlas es mediante sus efectos sobre el sistema nervioso central. Así, podemos agrupar a las sustancias psicoactivas en:
- Estimulantes: drogas que activan el sistema nervioso. Entre ellas, las más populares son la cocaína, las anfetaminas o la cafeína.
- Depresoras: provocan el efecto contrario a las estimulantes, pues enlentecen la actividad del sistema nervioso central. En este grupo estarían el alcohol, cannabis, barbitúricos, benzodiacepinas, etc.
- Alucinógenas: se trata de sustancias que producen alteraciones perceptivas y alucinatorias. También conocidas como drogas psicodélicas. Este grupo lo conforman la psilocibina, la ketamina, la mescalina, el LSD, entre otras.
Obviamente, no todas las drogas producen los mismo efectos en cada individuo ni pueden llevarle a desarrollar una adicción. Todo depende de la interacción del tipo de sustancia consumida, los patrones de consumo, la predisposición biológica del mismo y los factores ambientales, entre otros factores de riesgo.
En esta ocasión arrojaremos información sobre las drogas estimulantes del sistema nervioso. Pues presentan una gran demanda dentro del mercado de los estupefacientes y revisten muchos peligros para la salud de sus usuarios.
Las drogas estimulantes se caracterizan por aumentar las funciones del organismo y aportarle un plus de energía para que se incremente su estado de alerta. Pero tal estimulación cerebral y del sistema nervioso central puede traer serias consecuencias físicas y psicológicas, que se reflejarán también en su desenvolvimiento social. Además, estas sustancias resultan altamente adictivas.
¿Cómo afectan las sustancias estimulantes al organismo?
Los psicoestimulantes por excelencia son: la cocaína (y todos sus derivados), las anfetaminas, las metanfetaminas, el éxtasis, la nicotina y la cafeína. Aunque en los últimos tiempos se está hablando mucho de otras sustancias estimulantes como el kath, la taurina o el guaraná.
Se denominan sustancias psicoactivas estimulantes porque su consumo provoca una activación de las funciones fisiológicas, que puede llevar a la euforia y la agitación. Así, su toma produce mayor capacidad de concentración, aumento del rendimiento físico (o disminución de la fatiga) e inhibición del apetito.
Muchas drogas estimulantes se consideran sustancias de dopaje, ya que promueven un incremento de la energía física que agiliza la actividad motriz y cognitiva. De ahí que su consumo pueda generar cuadros de hiperactividad.
Pero no solo eso. Las drogas estimulantes del sistema nervioso se caracterizan por sobreestimular el organismo, modificando su funcionamiento habitual. En efecto, su poder de acción produce una especie de descarga de los neurotransmisores cerebrales ubicado en la región de la recompensa; incrementando, así, la liberación de los niveles de dopamina, noradrenalina y serotonina. De ahí su efecto inmediato de placer, euforia, excitación o sensaciones gratificantes.
Sin embargo, su alto poder adictivo convierte a las drogas estimulantes en una trampa terrible para la salud. Así, el consumidor experimenta mayor agilidad mental y capacidad de atención y vigilia, aumenta su frecuencia respiratoria, la presión arterial y los latidos del corazón. Incrementa la tensión muscular y la actividad física. Pero también, genera sensación de agotamiento, insomnio, alucinaciones, taquicardias, ansiedad y sudoración excesiva.
Si bien, cabe señalar que los efectos concretos van en función del tipo de droga estimulante consumida, la cantidad y frecuencia del consumo. Sin olvidar la importancia de las características bioindividuales que presente cada usuario.
LAS PEORES CONSECUENCIAS DE LAS DROGAS ESTIMULANTES
Es obvio que la mayor consecuencia de consumir algunas drogas estimulantes ilícitas es que empujan a algunos sujetos a volverse adictos. Lo que significa que desarrollarán y padecerán la enfermedad de la drogodependencia, una dolencia permanente, que carcome la salud física y mental.
Pero también su consumo desmedido y prolongado en el tiempo puede ocasionar toda una serie de perjuicios biopsicosociales, algunos difíciles de revertir. Entre ellos, destacaremos los daños más importantes.
Cambios en el cerebro DEL ADICTO A SUSTANCIAS ESTIMULANTES
Las drogas provocan modificaciones neuroquímicas y funcionales, debido a que liberan demasiados neurotransmisores (dopamina, serotonina, noradrenalina, etc.). También alteran las sinapsis, lo que modifica las conexiones neuronales, especialmente las relativas al neurotransmisor excitatorio glutamato.
Estos desajustes neurálgicos repercuten en la memoria, la atención, el control y otras funciones cognitivas; entre otras cosas, por la pérdida neuronal y otros problemas neurodegenerativos que produce el consumo de drogas estimulantes o de otro tipo.
desajustes del sistema nervioso
Las sustancias tóxicas afectan sobremanera al buen funcionamiento del sistema nervioso central y/o periférico. Así, el SNC de un adicto mostrará mayor tolerancia al consumo de sustancias psicoactivas, sensibilidad excesiva hacia otras y síntomas de abstinencia cuando interrumpe su toma.
También es importante mencionar que el uso abusivo de drogas estimulantes elevan el umbral de placer, lo que conlleva a una pérdida del control del consumo. Además, este desajuste provoca que la persona no pueda sustraerse fácilmente de tomar drogas, debido a las reacciones de su propio organismo, que asocia consumo con gratificación placentera. Una reacción neuropsicológica que se establece para siempre, aun cuando el sujeto se haya recuperado de su adicción y se mantenga en abstinencia prolongada.
ALTERACIONES DEL ADN POR CONSUMO DE DROGAS ESTIMULANTES
Aunque todavía se están realizando investigaciones más profundas al respecto, se considera que el proceso de adicción genera alteraciones genéticas. Pues, se ven modificados los genes y mensajeros intracelulares relacionados al sistema de recompensa cerebral. Asimismo, el uso prolongado de sustancias estimulantes afecta negativamente a otros circuitos neuronales donde se ejecuta la toma de decisiones, la motivación y la memoria.
Por otra parte, se ha comprobado que el consumo de drogas estimulantes durante la gestación perjudica sensiblemente al bebé. Es por ello que muchos neonatos de madres adictas nacen con dificultades de aprendizaje, síndrome de abstinencia y tendencia a sufrir trastornos mentales y de comportamiento.
DEBILITAMIENTO DEL SISTEMA INMUNOLÓGICO
Las drogas estimulantes, al igual que otras muchas, causan auténticos estragos en el sistema inmune del adicto. Pues debilitan considerablemente el estado de salud del consumidor y lo hace presa fácil de muchas enfermedades graves. Por ejemplo, neumonías, infecciones en vasos sanguíneos, problemas cardiovasculares, etc.
Por lo demás, recordemos que el abuso de estas sustancias psicoestimulantes repercuten en el descanso y la buena alimentación de los adictos. De ahí que los insomnios y la anorexia sean problemas de salud frecuente en ellos, lo que sin duda, perjudica aún más la calidad de su sistema inmunológico.
CONDUCTAS ANTISOCIALES PROVOCADAS POR LAs drogas estimulantes
El consumo de sustancias psicotrópicas de cariz estimulante generan cambios de humor y comportamientos agresivos o antisociales. Es por ello que estas personas se ven enfrentadas a problemas familiares, de pérdida de amistades o cese de su actividad laboral o académica con mucha frecuencia.
Asimismo, pueden poner en riesgo la vida de terceras personas, llevados por su impulsividad y su comportamiento fuera de control; sufrir accidentes graves y tener problemas de carácter legal o judiciales. De hecho, está demostrada, en la literatura científica, la vinculación entre el trastorno antisocial y el consumo de drogas estimulantes.
PROBLEMAS DE ANSIEDAD y FALTA DE DESCANSO
Sabido es que el consumo abusivo de algunas sustancias tóxicas deriva en la aparición de cuadros psicóticos o ansiosos. En el caso de consumidores de cocaína, éxtasis u otras drogas estimulantes del sistema nervioso resulta usual la aparición de problemas relacionados con el insomnio y la ansiedad. En gran parte, motivado por la acción de sobreestimulación del organismo que producen estas sustancias. Pues, así como reducen la fatiga, exaltan las funciones fisiológicas y neuronales hasta límites perniciosos.
Por lo demás, el trastorno por ansiedad y la falta de descanso reparador son síntomas propios del síndrome de abstinencia de muchas sustancias estimulantes.
De ahí que muchos consumidores crónicos de psicoestimulantes necesiten combinar el uso de esta sustancia con otras sustancias depresoras del sistema nervioso. Puesto que los tranquilizantes o las drogas como el alcohol calman su ansiedad y les ayuda a dormir. En este sentido, las sustancias depresoras más compaginadas con el uso de estimulantes son los ansiolíticos, los somníferos, el alcohol o la heroína.
Con todo, la problemática que reviste esta acción radica en que los usuarios de ambas clases de drogas se convierten en policonsumidores. Con el (doble) riesgo que supone para su salud biopsicosocial.
RIESGO DE SOBREDOSIS POR ABUSO DE DROGAS ESTIMULANTES
Las intoxicaciones agudas están a la orden del día con el uso abusivo de las drogas estimulantes. Lo cual no es extraño, habida cuenta de su poder de refuerzo y tolerancia que genera en el organismo. Esto hace que estas drogas sean tan adictivas y los consumidores sientan una compulsión irrefrenable de repetir las dosis cada vez con más frecuencia.
Por otro lado, la falta de experiencia en los consumidores de estimulantes noveles puede jugarles una mala pasada al no saber dosificar convenientemente la droga. Por eso son bastante habituales los casos de sobredosis o intoxicación aguda que terminan en los servicios de urgencia con problemas de taquicardia, convulsiones o cuadros alucinatorios.
Así, una sobredosis de cocaína o anfetaminas, por ejemplo, puede traer consigo efectos de gran impacto tóxico para el organismo, lo que puede terminar en una intoxicación aguda. O incluso en muerte súbita. En este sentido, la cocaína eleva la presión arterial y produce agitación cardíaca. Este cuadro puede degenerar en infarto o en una hemorragia cerebral de consecuencias nefastas.
Ahora bien, aunque las diferentes consecuencias perjudiciales de las drogas estimulantes se dejan sentir tanto a corto como a largo plazo, no todos los consumidores se tornan adictos. Es decir, no todos tendrán la desgracias de padecer la enfermedad crónica de la adicción, ya que ésta afecta a alrededor de un 10% de la población. De hecho, en la drogodependencia juegan un papel importante los factores biológicos de cada individuo. Aunque sin menospreciar las influencias ambientales y los factores psicológicos que porte cada uno, como veremos a continuación.
fACTORES GENÉTICOS QUE PREDISPONEN A LA ADICCIÓN A LAS DROGAS ESTIMULANTES
El desarrollo de un abuso o adicción a las sustancias psicoestimulantes depende, en gran medida, de ciertos factores biológicos. Es decir, nuestra herencia genética coadyuva con otros factores ambientales para generar un mayor riesgo de padecer la enfermedad de la drogadicción.
Las sustancias psicoactivas en general actúan provocando una liberación de dopamina en el sistema cerebral de recompensa. Por tanto, se sostiene que los genes implicados en la transmisión dopaminérgica son susceptibles de influir negativamente en una drogodependencia.
En el caso concreto de las drogas estimulantes, se ha asociado al gen DRD2, codificador de uno de los receptores dopamínicos, con la adicción al consumo de cocaína o anfetaminas. También el gen del receptor opioide OPRM1 ha sido vinculado con el abuso de estas sustancias tóxicas, además de otras drogas depresoras, como el alcohol.
Por otro lado, según diversos estudios, los hijos de padres con dependencia al alcohol muestran mayor predisposición a la adicción a sustancias psicoestimulantes. En concreto, a la cocaína. Así lo han corroborado distintas investigaciones que confirman que entre el 50% y 60% de los cocainómanos presentan antecedentes familiares de alcoholismo.
No obstante, aún existen pocas investigaciones sobre cómo condicionan los antecedentes familiares en el hábito de consumo de drogas de abuso (más allá del alcohol). Lo que sí comienza a perfilarse es la relación biológica entre abuso de drogas estimulantes y trastornos mentales en descendientes de personas adictas. Por tanto, poseer un historial familiar de consumo de drogas predispone al individuo a tener problemas de drogadicción. Así como a sufrir trastorno antisocial de la personalidad, déficits de atención e hiperactividad o depresión.
Con todo, la herencia genética supone un factor de riesgo, pero no es determinante. Todo depende de su interrelación entre factores individuales (psicológicos) y ambientales (influencia social).
CONCLUSIÓN
Las drogas estimulantes, de una manera u otra, forman parte de nuestra cotidianidad. Algunas de ellas porque se las considera inofensivas o están legalizadas, como el tabaco, los productos con cafeína o las bebidas energéticas. Otras, en cambio, porque, a pesar de formar parte de la lista de sustancias psicoactivas prohibidas, campan a sus anchas por nuestras calles. Esto sucede especialmente con la cocaína, pero también con las anfetaminas, las metanfetaminas y ciertas drogas sintéticas.
Asimismo, su uso sociocultural como drogas recreativas las convierten en populares y accesibles, fomentando que el inconsciente colectivo las asocie solo con sus efectos gratificantes. Sin embargo, aunque los consumidores no muestren una percepción de excesiva peligrosidad, sus efectos corrosivos están ahí. En este artículo hemos mencionado algunos de los más relevantes, pero existen muchos más.
Lo más grave de estas drogas legales o recreativas es que la frontera que separa la iniciación de su consumo y el desarrollo de una adicción puede resultar muy estrecha. Como vimos, todo se reduce a la capacidad adictiva de estas sustancias y la predisposición de cada sujeto. Lo que demuestra que hay sustancias psicotrópicas que poseen un mayor componente adictivo que otras y sujetos más vulnerables a sus efectos que otros.
Por último, recordemos que la adicción a las drogas, por su calidad de dependencia física y psicológica, supone una enfermedad muy dura. Un trastorno cerebral crónico y recidivante vinculado a numerosos trastornos mentales y problemas de salud adyacentes. Algo que puede observarse claramente en el consumo de las drogas estimulantes.
REFERENCIAS CONSULTADAS
Acosta Fócil, D. R. (2015). Factores biológicos que predisponen la dependencia a sustancias psicoactivas estimulantes. Revista Grafías, 51-61. Recuperado de https://revistas.ucp.edu.co/index.php/grafias/article/view/1310/1319
Carlini, E. A. & alt. (2001). Drogas psicotrópicas: o que são e como agem. Revista Imesc, 3, 9-35.
Gratacós, M. Drogas estimulantes: tipos y sus características.
Redactora de comunicación en el Instituto Castelao.
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