
La cocaína es un factor de riesgo evidente en la aparición de enfermedades cardiovasculares entre los adultos jóvenes. Pues está constatado que su consumo es responsable de muchos eventos neurológicos que se están dando a edades más precoces de lo esperado. A continuación, profundizamos en la íntima relación que se establece entre cocaína e ictus.
Infarto cerebral por drogas: una realidad cada vez más frecuente
Los efectos perjudiciales de la cocaína sobre la salud de sus consumidores nunca deja de alarmarnos. Especialmente, si observamos las estadísticas clínicas que percibimos el estrecho vínculo que existe entre consumo de cocaína e ictus en personas muy jóvenes.
Sin embargo, la aparición de episodios de infarto cerebral, accidente cerebrovascular o hemorragias cerebrales en pacientes que consumen sustancias psicoactivas diversas lo vienen advirtiendo los neurólogos desde hace años. Y es que, si bien la cocaína puede ser mucho más agresiva y propensa a estos casos, cualquier consumo de drogas puede favorecer a este cuadro clínico.
En efecto, la Sociedad Española de Neurología corrobora que la aparición de ictus o accidentes cardiovasculares se dan con mayor profusión en personas consumidoras de cocaína. Pero también el consumo excesivo de tabaco, alcohol y otras sustancias tóxicas suponen factores de riesgo.
En este sentido, se percibe un paulatino cambio en el perfil de paciente medio con hematoma cerebral. Actualmente, un importante porcentaje de estos pacientes son usuarios de sustancias psicoactivas, principalmente cocaína, de edades menores a los 55 años. Hablamos de un 16 % de los casos dentro de una patología que tradicionalmente surge alrededor de los 65 o 70 años. Y lo más sorprendente es que cada vez afecta a más mujeres, dado su introducción al mundo de las drogas recreativas y las adicciones.
Pedro Serrano, jefe de neurología en el Hospital Regional de Málaga arroja luz sobre las causas de esta problemática de salud y drogas que se observa en edades cada vez más tempranas. «Probablemente, por el estilo de vida; por el consumo de alcohol y drogas. La cocaína, sobre todo, es la más implicada por su efecto directo sobre las arterias».
Ante este escenario preocupante de salud pública trataremos de ahondar en la auténtica asociación que se establece entre consumo de cocaína e ictus.
Qué es un ictus o accidentes cardiovasculares
El ictus, también llamado infarto cerebral o embolia, consiste en una alteración súbita del flujo sanguíneo que llega al cerebro; que puede deberse a un taponamiento o una rotura de una arteria cerebral. Puede presentar, por tanto, dos variantes: una obstrucción —la más común, sucede en el 80 % de los casos— o en forma de hemorragia.
El ictus es la primera causa de discapacidad y la segunda causa de muerte y deterioro cognitivo entre la población adulta. Dado que después de producirse un ictus, un tercio de pacientes se recupera totalmente, otro tercio permanece con secuelas y un tercio fallece.
En este aspecto, existe una clara asociación entre ictus y edad, pues su incidencia aumenta significativamente cuantos más años cumplimos. Así, más del 60% de los casos ocurren en personas menores de 70 años y el 16% en pacientes menores de 55 años.
El estilo de vida aumenta el riesgo de sufrir un infarto cerebral. Pues solo el 10 % de los casos de ictus o accidente cardiovascular tiene un origen genético. El 90 % restante se debe a malos hábitos —dieta deficitaria, sedentarismo, etc.— desarrollados a lo largo del tiempo, entre ellos, el consumo de estupefacientes o sustancias tóxicas como la cocaína. Esto significa que la inmensa mayoría de estos eventos se pueden prevenir si se opta por mantener un estilo de vida saludable.
En cuanto a los síntomas de estar sufriendo un ictus, podrían señalarse:
- Pérdida brusca de fuerza física
- Pérdida de sensibilidad en una parte del cuerpo
- Sensación de hormigueo en la cara, el brazo o la pierna de un lado del cuerpo
- Alteración repentina del lenguaje
- Problemas de pérdida parcial o total de visión
- Falta de equilibrio y de coordinación
- Dolor de cabeza muy intenso.
Sin duda, es muy importante conocer esta sintomatología, ya que a la mínima sospecha o aparición de estas manifestaciones, debemos pedir ayuda a los sanitarios de inmediato. Porque cuanto más tiempo pasa tras un ictus o infarto cerebral, más neuronas pueden verse afectadas.
Algunos datos sobre cocaína e ictus
El sistema cardiovascular es uno de los más afectados por el consumo de cocaína, tanto por su uso habitual como esporádico. Así, esta droga es la responsable de complicaciones tales como arritmias, isquemia, disección de aorta, cardiomiopatía, entre otras.
Asimismo, la cocaína es un factor de riesgo cerebrovascular, tanto para casos isquémicos como hemorrágicos, entre la población menor de 50 años. En concreto, está muy bien documentada la relación que se establece entre consumo de cocaína y la aparición de episodios de vasoespasmo cerebral. El cual se trata de la aparición tardía —entre 7 y 9 días después de una hemorragia cerebral— de una reducción de los vasos sanguíneos cercanos a una arteria que ha estallado. Lo que se conoce como una hemorragia subaracnoidea aneurismática. Dicha hemorragia llena de sangre el espacio subaracnoideo del cerebro, privándolo de oxígeno suficiente.
La clara relación entre cocaína e ictus se vislumbra en el elevado porcentaje de personas que sufren ictus a las 24 horas siguientes al consumo de esta droga. Concretamente, son notorias las posibilidades de padecer un ictus de tipo isquémico —el que se produce cuando alguno de los vasos que riegan el cerebro se bloquea impidiendo un adecuado flujo sanguíneo—.
No obstante, se observa que el consumo de crack puede causar diversos tipos de ictus, especialmente el de tipo isquémico. Mientras que el empleo de clorhidrato de cocaína causa mayormente hemorragia subaracnoidea e intracerebral, según evidencias estudios científicos.
El consumo de cocaína se asocia con la enfermedad cerebrovascular a través de múltiples mecanismos, de los que se derivan diferentes complicaciones. Identificar estas complicaciones permite su correcto abordaje. Los mecanismos por los cuales la cocaína puede llevar a accidentes cardiovasculares son diversos, pero los especialistas destacan:
- Hipertensión aguda.
- Disfunción endotelial.
- Lesión vascular.
- Estado protrombótico.
- Alteración del flujo sanguíneo cerebral.
- Vasoconstricción de las arterias cerebrales mediante el bloqueo de los canales de sodio.

Eventos que evidencian la relación entre cocaína e ictus en personas jóvenes
A continuación, a modo de resumen, se muestran algunas conclusiones relativas al uso de cocaína y la presencia de ictus en sus consumidores:
- La cocaína es un factor de riesgo evidente a tener en cuenta en adultos jóvenes. Lo cual está provocando una morbilidad secundaria importante.
- Esta droga estimulante afecta sobremanera al funcionamiento del sistema cardiovascular y el sistema nervioso predominantemente. Esto se debe a que la cocaína tiene la capacidad de penetrar directamente al sistema nervioso central viajando a través del torrente sanguíneo.
- La cocaína potencia el papel de ciertos neurotransmisores que producen una aceleración de la circulación sanguínea. También provoca un aumento de la tensión arterial y puede provocar alteraciones en la coagulación que favorecen la aparición de trombos.
- Esta sustancia psicoestimulante genera taquicardias y eleva el consumo de oxígeno, lo que hace que el corazón se vea sobrecargado tras su consumo, y empeore su estado.
- El consumo de cocaína se asocia con la enfermedad cerebrovascular a través de múltiples mecanismos, de los que se derivan diferentes complicaciones.
- Los ictus derivados del consumo de cocaína presentan una mayor probabilidad de mortalidad precoz.
- La cocaína es capaz de producir vasoconstricción intensa, sobre todo en arterias de mediano y gran tamaño.
Conclusiones
En España, la cocaína, así como otras drogas, ha sido la causa principal no solo de las urgencias médicas por los efectos adversos que puedan ocasionar. Y no solo por el impacto que genera en el sistema nervioso y el sistema cardiovascular; sino porque, como comentamos en otro artículo, la cocaína que actualmente se adquiere suele estar mezclada con otras sustancias muy tóxicas para el organismo.
Por su parte, el ictus es la primera causa de discapacidad física e intelectual en adultos, tratándose de la segunda causa de muerte en España.
En este contexto, la cocaína es un factor de riesgo cardiovascular preponderante, con independencia de la frecuencia o duración del consumo. Diversos estudios demostraron que entre los usuarios de cocaína, las probabilidades de padecer un ictus de tipo isquémico se elevaban hasta siete veces en las horas posteriores al consumo.
El consumo de cocaína está íntimamente relacionado con la aparición de ictus isquémicos en las personas menores de 55 años. Así como con infartos cerebrales hemorrágicos y otros problemas vasculares. Lo que supone un enorme riesgo de discapacidad y de mortalidad.
Sin embargo, esta dura realidad también entraña un aspecto positivo: erradicando su consumo y otros hábitos insanos, se podrían evitar el 90 % de los casos de ictus. Con todo, sabemos que siendo la cocaína una sustancia psicoactiva muy adictiva, resulta harto complicado abandonar su consumo cuando se ha generado una adicción. Pero si la persona consumidora toma la decisión de pedir ayuda profesional y acudir a un centro de desintoxicación; podrá liberarse de su adicción y recuperar su salud antes de que sea demasiado tarde.
Referencias consultadas
- Carcelén Gadea, M. E. & Álvarez Sabin, J. (2012). Implicación de la cocaína en la patología vascular cerebral. Recuperado de https://bit.ly/3ETMRlw
- Cortes Valerio, A. & al. (2019). Efectos cardiovasculares en usuarios de cocaína. Recuperado de https://bit.ly/3isJJFT
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- Larrosa-Campo, D. & al. (2013). Diagnóstico del ictus por cocaína y sus complicaciones. Recuperado de https://bit.ly/3ubHUPY
- Lucio, C. G. (2014). Cocaína, un puente hacia el ictus. Recuperado de https://bit.ly/3Vqh2rB
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