Hay sustancias psicoactivas que entrañan muchos riesgos a las personas que las consumen. Tanto por su alta potencia adictiva, como por su poder de inducir a la muerte si se sobrepasa la dosis correcta. Y, sin embargo, son consideradas drogas legales que se adquieren con relativa facilidad y forman parte de nuestros botiquines. Los barbitúricos son un buen ejemplo de este tipo de drogas. Pero ¿qué son los barbitúricos en realidad?
LAS SUSTANCIAS DEPRESORAS O TRANQUILIZANTES
Responder qué son los barbitúricos resulta sencillo y complejo a la vez. Pertenecen a la familia de las drogas depresoras del sistema nervioso central (SNC), afectando a las funciones neurológicas. Se trata, pues, de un hipnótico, un fármaco que seda, tranquiliza o anestesia. Su efecto dura hasta 100 horas, lo que provoca que casi todas las funciones corporales ralenticen su acción varios días. Con ellos, los fármacos entraron en el mundo de las drogodependencias.
En las últimas décadas, el consumo de hipnóticos se ha disparado, al menos entre las sociedades más desarrolladas del planeta. Y el origen de su popularidad se encuentra en los barbitúricos. Así, en España, más de un 10% de la población toma fármacos sedantes de forma continuada. Y lo que resulta más alarmante: un 2% lo hace sin vigilancia médica.
Dado que vivimos en culturas aceleradas, que honran el estrés y el estar siempre ocupados, estamos sometidos a muchas presiones externas. Fácilmente caemos en estados de ansiedad, depresión o insomnio. Así que muchos individuos optan por consumir sedantes o hipnóticos que simplemente les permitan dormir o calmar sus nervios.
El hecho de que los hipnosedantes sean considerados fármacos de venta legal —aunque con recetas médicas— explica el motivo de su gran consumo. Los sedantes más conocidos en España son: Lexatín, Orfidal, Lorazepam, Valium o Tranxilium.
A corto plazo, los depresores ofrecen toda una gama de efectos satisfactorios. Sin embargo, el problema de muchos depresores es que, en usos prolongados, contaminan al organismo. Ya que éste genera una gran tolerancia a esas sustancias y acaban creando dependencia en el consumidor. Ello significa que si se interrumpe su toma o se disminuye la dosis habitual, al individuo le sobreviene el síndrome de abstinencia.
Por eso es tan importante no automedicarse con ellos y seguir siempre un protocolo médico sobre cómo disminuir la dosis poco a poco. Y, llegado el caso, prescindir de ellos.
Como dijimos, los barbitúricos fueron los predecesores de los hipnosedantes actuales. ¿Pero qué son los barbitúricos? ¿Cuáles son sus efectos y sus riesgos? A continuación, os lo explicamos.
QUÉ SON LOS BARBITÚRICOS
Son sustancias sedantes del sistema nervioso central, derivadas del ácido barbitúrico o ácido de Bárbara. Según la leyenda, su nombre proviene de haber sido descubierto, dicho ácido, el día de Santa Bárbara.
Por su potente efecto analgésico, sedante y anestésico, fueron muy utilizados en el ámbito sanitario. Ya sea como ansiolíticos e hipnóticos, ya sea como anticonvulsivos, en casos de epilepsias. Asimismo, en ocasiones, eran recetados como relajantes musculares.
El ácido barbitúrico fue sintetizado en 1863 por el alemán Adolf Von Bayer. Para su elaboración, combinó urea con ácido malónico. Sin embargo, corresponde a otros dos alemanes, los químicos Hermann Emil Fischer y Josef Von Mering, el descubrimiento del barbital, el primer somnífero del grupo de los barbitúricos. Fue en el año 1903 y ambos investigadores trabajaban para la farmacéutica Bayer.
Posteriormente, los barbitúricos comenzaron a comercializarse, siendo muy consumidos como ansiolíticos, antidepresivos o somníferos hasta la década de 1970. No obstante, con el tiempo, se descubrió que podían ser sustancias considerablemente nocivas. En primer lugar, por su alto potencial de adicción que generaba a nivel físico y psicológico. Y, en segundo lugar, porque una sobredosis de barbitúricos podía llevar al usuario al coma o al suicidio —voluntario o involuntario.
Cabe destacar que la diferencia entre una dosis recomendada por prescripción médica y la dosis tóxica de barbitúricos es demasiado difusa. He aquí su peligrosidad más inmediata.
Desde entonces, han sido sustituidos prácticamente por los medicamentos basados en la benzodiacepinas, considerados sedantes de efectos menores. Así, desde la segunda mitad del siglo XX, los barbitúricos comenzaron a tener fama de medicamentos con riesgo para la salud. Lo que dio lugar al declive de su uso.
Y a juzgar por las muertes que ocasionaba su sobredosis y su implicación en muchos casos de suicidio o a accidentes, su peligrosidad era incuestionable. De hecho, sus propios creadores, Mering y Fisher, murieron víctimas de la adicción a los barbitúricos.
MECANISMOS DE ACCIÓN DE LOS BARBITÚRICOS
Los barbitúricos llegan al cerebro y allí afectan al neurotransmisor GABA (ácido gamma-aminobutírico), inhibidor del SNC y de la actividad cerebral; reforzando así su acción inhibidora. Con la incidencia del ácido barbitúrico, el equilibrio natural entre la estimulación (dopamina y adrenalina) y la sedación cerebral desaparece. Como resultado, la sedación domina al organismo.
Es cierto que los barbitúricos inhiben o frenan los mensajes de ansiedad o miedo que produce nuestro cerebro. De ahí que coloquialmente suele decirse que los sedantes apagan la mente y ayudan a olvidarse de los problemas. Pero, aún siendo real esta afirmación, los efectos perjudiciales que tienen estos psicofármacos son muy difíciles de contrarrestar.
Pues, al igual que afectan al SNC también lo hacen a otros sistemas como el pulmonar o el cardíaco, y la presión arterial. Además, como agente de acción corta (ultracorta, corta e intermedia) generan consecuencias hepáticas; mientras que como agente de acción prolongada su presencia trastoca al sistema renal. Por no mencionar las alteraciones que producen en el funcionamiento neuropsicológico.
TIPOS DE BARBITÚRICOS
Los barbitúricos cubren todo un espectro de depresión del SNC, es por ello que cumplen funciones de sedante, somnífero, ansiolítico, analgésico y anestésico. La principal diferencia entre ellos estriba en la rapidez con que actúan en el organismo y la duración de sus efectos. Así, éstos se clasifican en acción ultra corta, corta, intermedia y prolongada.
- Los barbitúricos de acción ultracorta tienen un impacto instantáneo, pero sus efectos duran apenas unos minutos. A esta categoría pertenecen el tiopental y metohexital.
- Los de acción corta inician sus efectos al cabo de 15 minutos después de la toma y éstos duran alrededor de 5 horas. En este grupo se encuentran barbitúricos como hexobarbital, pentobarbital o secobarbital.
- Los de acción intermedia actúan tras pasar casi 1 hora desde su ingesta, y su efecto dura entre 6 y 8 horas. El más representativo de los barbitúricos de esta categoría es el amobarbital.
- Por último, los de acción prolongada son aquellos cuya acción comienza a sentirse 1 hora después de su consumo. pero sus efectos se alargan hasta 12 horas después. Ejemplos de este tipo son el primidone y el fenobarbital.
EFECTOS DE LOS BARBITÚRICOS
A corto plazo, los efectos que producen los barbitúricos son similares a cualquier otro tranquilizante. Ya sea sedación, somnolencia, alteración de la memoria, disminución del equilibrio, reflejos ralentizados, etc.
Ahora bien, los efectos a largo plazo de los barbitúricos se vuelven mucho más problemáticos. Esto se debe a que todo el cuerpo termina bajo los efectos de una desaceleración antinatural.
Así, a nivel fisiológico los barbitúricos:
- Provocan cansancio crónico.
- Disminuyen la tensión arterial, lo que puede causar un fallo cardiorrespiratorio o también hipotermia
- Disminuyen los latidos del corazón, lo que puede provocar un paro cardíaco
- Dificultan la digestión, lo cual provoca estreñimiento
- Afectan al sistema renal, de ahí que aparezcan problemas para orinar
- Entorpecen la coordinación motora y provocan muchas caídas por falta de equilibrio
- Aminoran la respiración y, con ello, la llegada de oxígeno al cerebro
- Causan disfunción sexual e irregularidades menstruales
- Promueven la aparición de enfermedades como la anemia o la hepatitis
- Producen mayor intolerancia al dolor
- En las mujeres embarazas, afectan negativamente al feto, e incluso pueden causar riesgos de abortos
A nivel psicológico (y psicosocial) su consumo prolongado ocasiona:
- Inhibición del control del cerebro sobre los impulsos. Por lo que el consumidor puede volverse agresivo, irritante o temerario
- Alteración o pérdida de la memoria
- Dificultad para la concentración mental
- Disminución del control y el juicio
- Entorpecimiento del estado de alerta
- Problemas en las relaciones interpersonales
En su conjunto, estos efectos sobre las funciones cerebrales que rigen nuestro organismo, terminan creando una gran incapacidad en la persona. Tanto a nivel fisio-psicológico como social.
BARBITÚRICOS Y SÍNDROME DE ABSTINENCIA
Si los barbitúricos dejan de tomarse bruscamente puede producirse un efecto rebote, cuyas consecuencias van más allá de no poder dormir o estar nervioso. De hecho, cuando el paciente quiere dejar de tomarlos, experimenta un sufrimiento enorme, debido a que su abandono provoca síndrome de abstinencia.
A nivel psíquico, porque le inunda una sensación de angustia desesperante, alucinaciones o desorientación. A nivel físico, porque aparecen dolores musculares y óseos, sudores, temblores, vómitos y diarreas, entre otros síntomas. Asimismo, suelen aparecer delirios o convulsiones al poco tiempo de interrumpir su uso. Lo que demuestra que la persona consumidora se ha vuelto dependiente de ellos y está padeciendo la sintomatología relativa al síndrome de abstinencia.
Así pues, el usuario de estas sustancias hipnosedantes, tras su consumo continuo, se verá atrapado en un adicción realmente involuntaria. Porque, aunque quiera abandonar el uso de esta medicación, se ve incapaz de lograrlo, dado el fuerte síndrome de abstinencia que lo sacude.
Este es el motivo por el cual ya no se receten los barbitúricos. En su lugar, los profesionales sanitarios prescriben sustancias más seguras, con efectos secundarios menores y que son mucho menos adictivas. Es el caso de la ya mencionada benzodiacepina. Ésta no crea tanta dependencia, siempre y cuando se siga un tratamiento bajo atención médica, y puede abandonarse su uso de forma gradual.
BARBITÚRICOS EN COMBINACIÓN CON OTRAS SUSTANCIAS
Si bien los consumidores de otras drogas suelen recurrir a los tranquilizantes para calmar la ansiedad, la mezcla de barbitúricos con otras drogas resulta muy contraproducente. Y es que su mezcla puede tener consecuencias muy graves, cuando no mortales.
En efecto, si se combina con otras sustancias depresoras —como el alcohol— pueden verse potenciados sus efectos sedativos. De ahí que con su mezcla, se corra el riesgo de padecer fallos respiratorios o sedación elevada del organismo, con un resultado letal. Algo similar sucede si se consume al mismo tiempo que las antihistaminas, que son los depresores que se utilizan en casos de alergias o sinusitis.
En cambio, si el consumidor es dependiente de sustancias estimulantes, como la cocaína o las anfetaminas, puede fácilmente volverse adicto a los barbitúricos. Y la combinación entre ambas drogas puede generar serios problemas cardíacos.
Antiguamente, era habitual que los alcohólicos o cocainómanos consumiesen barbitúricos y fuesen adictos a ambas sustancias. Esto es debido a que el individuo posee ya el organismo y el cerebro habituados al consumo de drogas, lo que lo vuelve propenso a tener nuevas adicciones.
Afortunadamente, hoy los sedantes que se prescriben para reducir sus síntomas de abstinencia y son mucho menos adictivos. Con lo cual, recetados bajo supervisión médica, no hay riesgo de desarrollar una politoxicomanía, o adicción a los barbitúricos y otras sustancias psicoactivas.
CONCLUSIÓN
En la actualidad, la presencia de los barbitúricos como psicofármaco es bastante testimonial, en comparación a su época de mayor popularidad. Ello se debe a que han sido desplazados por la benzodiacepina y las leyes han restringido mucho su uso público.
Así, de los más de 50 productos de la familia de los barbitúricos comercializados durante el siglo pasado, hoy sólo sobreviven una docena de ellos de uso medicinal. Su consumo se reduce a las intervenciones médicas, ya sean éstas quirúrgicas o de exploraciones, donde es requerido como anestésico. Ya sea para controlar la aparición de convulsiones en caso de epilepsia, donde se receta como anticonvulsivo.
Traer a colación la historia de los barbitúricos, su repercusión en generaciones pasadas y los efectos tóxicos resulta de gran interés. Primero, porque nos coloca en el debate moral de cuándo una droga puede ser considerada legal o ilegal. Es decir, dónde está el límite para decidirlo. Segundo, porque nos demuestra cuánto han avanzado las investigaciones farmacéuticas de cara a la creación de drogas menos nocivas.
REFERENCIAS consultadas
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- OMS (1994). Glosario de términos de alcohol y drogas. Recuperado de https://www.who.int/substance_abuse/terminology/lexicon_alcohol_drugs_spanish.pdf
- Rubio, G. y Santo-Domingo, J. (2004). Todo sobre las drogas. Información objetiva para decidir y prevenir. Ediciones Martínez Roca. Madrid.
- Sahuquillo, R. (2013). El consumo de somníferos y sedantes supera al de cannabis por primera vez. Recuperado de https://elpais.com/sociedad/2013/01/22/actualidad/1358863540_624286.html
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