El alcoholismo produce efectos devastadores en el ámbito familiar. Además, la convivencia con un adicto prolongada en el tiempo genera en múltiples ocasiones graves trastornos en los cónyuges del enfermo.
Las terapias cognitivo conductuales aplicadas en parejas de adictos son eficaces tanto para la resolución de la adicción como para el control de síntomas depresivos y ansiosos por parte de ambos. Y los abordajes familiares aumentan el compromiso del paciente en su propia recuperación.
¿Cómo afecta el alcoholismo al ámbito familiar?
Además de los efectos nocivos físicos y psicológicos que produce el consumo de alcohol en el consumidor o adicto a la sustancia, una de las principales características del alcoholismo es la desestructuración familiar que genera.
Es sabido que la familia es un elemento clave tanto en la prevención del consumo como en su desarrollo. Por tanto, es también –como contexto socializador primario del individuo- el elemento central a la hora de sufrir sus consecuencias negativas.
El siglo pasado salieron a la luz estudios respecto a familiares de alcohólicos como modelos de funcionamiento familiar disfuncional y generadores de problemas emocionales en sus miembros, así como las consecuencias de estas relaciones familiares en el desarrollo adulto de hijos de alcohólicos. La convivencia con un adicto prolongada en el tiempo genera en quien convive con el enfermo sentimientos negativos que afectan a su propia persona –autoestima, identidad, integración física y moral– y a su personalidad.
En caso de ser el adicto alguno de los padres, la adicción puede afectar a los hijos haciéndoles ser demasiado responsables, adquiriendo roles que no les corresponden y/o cambiando los roles con los padres pasando a ejercer ellos de cuidadores, caso en el que se desarrolla la llamada codependencia, de la que también hemos hablado en otros posts.
Posible posicionamiento del cónyuge
Dada la cercanía emocional del cónyuge del adicto a éste, su papel puede ser fundamental en el mantenimiento o intervención de la enfermedad. Así, y dado que el rol de los cónyuges puede variar significativamente a la hora de afrontar el alcoholismo, pueden establecerse los siguientes perfiles de cónyuges de adictos:
- Cónyuge motivo: pareja del alcohólico que justifica el problema. Normalmente es una persona irritante, fría y que muestra indiferencia hacia su pareja, facilitando el consumo al paciente.
- Cónyuge condicionado: adoptan el papel de justificadores/as adaptándose al problema sin plantear cambios, simplemente con resignación y aceptación.
- Cónyuge inadaptado: suele ser una persona con buenas intenciones respecto al tratamiento del alcoholismo pero con pocas estrategias para la resolución del problema. En general mina la autoestima del adicto con reproches, amenazas y vigilancia excesiva aunque ineficaz por no producirse cambios de conducta ni de comportamiento.
- Cónyuge masoquista: entiende la vida como un periodo de sufrimiento obligado, prácticamente patológico, que requerirá también de intervención terapéutica.
- Cónyuge beneficiario: no se opone al consumo por parte de su pareja porque le supone en algún sentido un beneficio propio, ya sea sensación de dominación o una manera de alejarlo del funcionamiento familiar.
Terapias de pareja
Las terapias cognitivo conductuales cobran especial relevancia aplicadas en parejas de adictos ya que son eficaces tanto para la resolución de la adicción como para el control de síntomas depresivos y ansiosos por parte de ambos. Se ha comprobado que estas terapias mejoran las relaciones de pareja y la percepción de autoeficacia del paciente alcohólico.
En la década de los 50 primaba el trabajo terapéutico individual aunque en el campo del psicoanálisis se le otorgaba a la familia especial importancia en el desarrollo de la personalidad del individuo. Aun así, los terapeutas se resistían a tratar a los familiares de sus pacientes por salvaguardar su intimidad. Los profesionales de la época apoyaban la visión de que los problemas de comportamiento eran manifestaciones de trastornos individuales, por lo que fomentaban la terapia individual.
Una de las principales características del alcoholismo es la desestructuración familiar que genera.
En cualquier caso, las limitaciones del tratamiento individual en una enfermedad familiar como es la adicción obviaron la necesidad de desarrollar la terapia familiar para trabajar los patrones de relación disfuncionales entre los miembros. Ya que el abuso de drogas en adictos acaba siendo el eje central alrededor del cual gira la vida familiar –y el resto de ámbitos- cualquier solución a largo plazo requiere la implicación en el tratamiento por parte de la familia.
Familia como agente de prevención para la desintoxicación alcohólica
Los más jóvenes adquieren sus primeros valores, creencias, actitudes y hábitos en el seno del hogar. Los hábitos de salud y el desarrollo de un estilo de vida saludable, los modelos educativos adecuados y la transmisión de valores son factores de protección que se desarrollan desde la infancia con influencia de la familia.
En cuanto al tratamiento de adicciones los abordajes familiares consiguen aumentar el compromiso y la adherencia del paciente en el seguimiento del tratamiento de recuperación.
En definitiva, existe amplia evidencia científica respecto a la eficacia de las intervenciones familiares en el tratamiento de las adicciones, así como en la prevención de conductas adictivas por parte de este grupo, fomentando el conocimiento y la educación desde niños respecto a los efectos perjudiciales del consumo de drogas.
Deja una respuesta