La neurociencia está en pleno desarrollo, siendo uno de sus temas de investigación la neurobiología de la adicción. Así, gracias a los conocimientos de estas bases neurobiológicas y los cambios neurofisiológicos que comporta el consumo de drogas de abuso, se puede entender cómo surge el fenómeno de la adicción. Y, desde los datos obtenidos, establecer tratamientos médicos y psicológicos precisos.
LA neurociencia y la enfermedad de la adicción
Después de abordar la aportación que está realizando la neurociencia en el campo de las conductas adictivas, mediante la neuropsicología de la adicción o la terapia cognitiva; hoy, queremos adentrarnos en los últimos avances que nos ofrece la neurobiología de las adicción. Ya que sus descubrimientos científicos suponen una mayor comprensión sobre el fenómeno de esta enfermedad crónica.
En efecto, la disciplina de la neurobiología permite discernir cuáles son los mecanismos cerebrales que activa el consumo de drogas. Pero también cómo son modificados por un consumo prolongado y por qué una persona se convierte en adicta a una sustancia tan negativa para su vida.
Al mismo tiempo, estos hallazgos neurocientíficos permiten elaborar tratamientos de las adicciones mucho más efectivos. Pues, a la par de respuestas teóricas, las neurobiología aplica técnicas de neuromodulación cerebral no invasivas; así como revela la importancia de ciertos circuitos neuronales, cuya activación puede aumentarse y beneficiar el abandono de las conductas adictivas. Tal es el caso del circuito denominado control cognitivo.
Con todo, lo más importante del conocimiento de las bases neurobiológicas de la adicción es que confirma que la compulsión por consumir no depende de la voluntad del adicto. Lo que ayuda a erradicar la conceptualización que se tiene popularmente sobre el trastorno por consumo como un mero vicio personal.
Ahora la ciencia comprueba que estamos ante una enfermedad que necesita un tratamiento médico y psicológico adecuado. Y que el riesgo de recaída permanece siempre, incluso después de haber finalizado un tratamiento de desintoxicación. Por eso se considera a la adicción un trastorno crónico.
FACTORES GENÉTICOS Y SU IMPACTO EN LA NEUROBIOLOGÍA DE LA ADICCIÓN
Pero, además, la neurociencia deja claro que existe una vulnerabilidad a la adicción. La cual está determinada por múltiples genes, muchos todavía sin identificar, y su interacción con factores ambientales negativos. Ello significa que algunos individuos, tras las primera experiencias con la droga, estarían muy predispuestos a repetir el consumo.
Esta tendencia al consumo repetitivo es debido a dos factores genéticos, como el malestar intrínseco —acuñado como síndrome de déficit de recompensa— y la predisposición a actuar con impulsividad.
Dichos factores genéticos, que pueden coincidir con disfunciones en el córtex prefrontal, pueden favorecer los cambios neurobiológicos que producen las adicciones. De los cuales trataremos someramente a continuación.
BREVE APROXIMACIÓN A LA NEUROBIOLOGÍA DE LA ADICCIÓN
La neurobiología de la adicción estudia el estado de adaptación —cambios neurofisiológicos— que se producen en las células, circuitos cerebrales, órganos o sistemas neuronales como consecuencia del uso y abuso de un estímulo. Este puede ser una sustancia psicoactiva —drogas o medicamentos— o un estímulo conductual —como la comida, el juego, etc.—
Estos estudios sobre adicciones en personas adictas y en animales han confirmado que el consumo crónico de sustancias de abuso provocan cambios en el cerebro a un nivel celular, neuroquímico y molecular. De hecho, existe un mecanismo neurofisiológico común vinculado a la adicción a las drogas: el sistema dopaminérgico. El cual tiene mucho que ver con el sistema de recompensa y la sensación de placer inmediato y efímero, que generan las sustancias más adictivas.
Así, las drogas —como los reforzadores naturales— provocan la liberación de dopamina en el núcleo accumbens, un área cerebral. Lo que se traduce, de forma práctica y muy resumida, en sensaciones placenteras o positivas. Por ejemplo, sensaciones corporales de bienestar, excitación sexual, cambios positivos en el humor y disminución de la sensación de dolor, miedo y ansiedad.
Es decir, toda acción que nos lleve a sentir disfrute activa nuestro sistema dopaminérgico e incentiva la liberación de dopamina; que no es más que un neurotransmisor, o una sustancia química, que está presente en distintas regiones cerebrales y que popularmente se le llama hormona del placer. De su presencia depende no solo nuestra sensación de bienestar y relajación, sino también la movilidad muscular y nuestras respuestas emocionales y mentales.
Pero para llegar a este estado de recompensa, el sistema nervioso activa muchos mecanismos y áreas cerebrales. Así, el sistema mesolímbico es el responsable del componente reforzante. El área tegmental ventral produce dopamina, que envía al núcleo accumbens y a la corteza prefrontal mediante las vías mesolímbica —para el refuerzo inmediato— y mesocortical —para el refuerzo a largo plazo—.
Como veis más allá del galimatías de conceptos neuroanatómicos que implica esta explicación, son diversos los mecanismos que se activan en nuestro cerebro tras el consumo de sustancias psicoactivas.
SEnSIBILIZACIÓN DOPAMINérgica
Entonces, las sustancias psicoestimulantes actúan directamente sobre el sistema dopaminérgico; mientras que los opiáceos o sustancias depresoras producen su efecto adictivo de manera indirecta. Principalmente, a través de los receptores opiáceos que se están distribuidos en el sistema mesolímbico.
Sin embargo, el problema está en que, en personas con una genética tendente al desarrollo de una adicción, el consumo de drogas se torna un acto compulsivo. Esto es, está fuera del control de la persona. Y ello, a su vez, genera modificaciones estables en el cerebro.
Por tanto, en la base de los problemas de adicción subyace la liberación de dopamina. Lo que convierte a la adicción en una enfermedad difícil de controlar, a menos que se cuente con ayuda profesional especializada.
¿Por qué sucede esto? Pues porque la acción de las drogas sobre el sistema dopaminérgico es muy distinta a la que establecen los reforzadores naturales —comida, sexo, conexiones sociales, etc.—. Así, si las recompensas naturales, una vez saciadas o experimentadas, disminuyen la liberación de dopamina; las sustancias psicoactivas generan un mecanismo de acción llamado sensibilización dopaminérgica. Esto es, lejos de disminuir la liberación de dopaminas tras su consumo, la exacerban, por lo que la conducta se vuelve adictiva.
Durante el consumo crónico, los efectos placenteros de la droga van disminuyendo progresivamente debido a la tolerancia del organismo y a mecanismos de neuroadaptación que se establecen. Así, con la desregulación de la función dopamínica, aparecen toda una serie de alteraciones neurobiológicas.
En conclusión, el consumo crónico de drogas termina modificando el equilibrio funcional y natural de diversos sistemas de neurotransmisión. Para completar más la información sobre la importancia de este neurotransmisor en las conductas adictivas, recomendamos leer otro artículo de nuestro blog sobre la ciencia de la adicción.
MECANISMOS NEUROBIOLÓGICOS DE LAS ADICCIONES
Lo que nos interesa resaltar aquí es que ante un estímulo que sentimos como gratificante, se activa el denominado sustrato nervioso del refuerzo. El cual está vinculado al sistema modular dopaminérgico y, al accionarse, libera dopamina, entre otras sustancias. Que es lo que sucede cuando se toman drogas, especialmente si son sustancias psicoestimulantes.
La conducta de consumo de drogas de abuso se observa, en sus fases iniciales, como una acción instrumental y dirigida por el propio sujeto. Su objetivo es la obtención de placer, bienestar y euforia, es decir, la liberación de dopamina.
Sin embargo, las acciones instrumentales inicialmente, con el tiempo y la reiteración, se transforman en hábitos de conductas; activadas por mecanismos neuronales de estímulo-respuesta.
Así pues, si la conducta de consumo de droga en sus momentos iniciales consistía en una conducta impulsiva; cuando la adicción ya está establecida se torna una conducta compulsiva. Pues bien, esta evolución de la conducta de consumo se observa claramente en los mecanismos neurobiológicos de la adicción.
Entonces, en las primeras fases del consumo, la conducta dirigida al objetivo estaba controlada, esencialmente, por la actividad del córtex prefrontal. Pero, a medida que avanza el consumo, el control de la conducta se va deteriorando, mientras la corteza prefrontal disminuye sus funciones normales — este fenómeno se denomina hipofunción.
Con el consumo prolongado de sustancias tóxicas, el córtex prefrontal va alterando su funcionamiento normal, debido en gran parte al desequilibrio entre los receptores dopaminérgicos D1 y D2. Asimismo, se suceden alteraciones funcionales en otros sistemas de neurotransmisión, como el glutamato y la serotonina, lo que favorece el establecimiento de hábitos compulsivos de consumo. Y, por ende, el desarrollo de la enfermedad de la adicción.
CONTROL COGNITIVO: ¿la CLAVE DEL ABANDONO DE LA ADICCIÓN?
Entre las diversas causas que hacen surgir la enfermedad de la adicción está una descompensación del sistema nervioso de refuerzo. Lo cual provoca, como vimos, que la persona adicta pierda el control sobre su conducta adictiva y caiga irremediablemente en el consumo compulsivo.
Estas alteraciones neurobiológicas explican porqué los pacientes adictos a la cocaína u otras drogas continúan consumiendo; a pesar de que ya no consiguen el placer experimentado en el primer consumo.
Por otro lado, hay otra red en el cerebro implicada en lo que los neurocientíficos llaman control cognitivo. Un conjunto de funciones ejecutivas que se manifiestan en los cambios conductuales, la toma de decisiones o la resolución de problemas; la función de la memoria de trabajo y el control de conductas inhibitorias. Precisamente, vemos que los pacientes adictos tienen dificultades en tomar decisiones favorables para su salud personal y en inhibirse ante actos no deseados.
¿Recordáis lo que hemos mencionado sobre la hipofunción de la corteza prefrontal que presentan las personas adictas? Pues, tiene mucho que ver con el control cognitivo y el craving que sufre Y es que las neuroimágenes captadas muestran que en la parte dorsolateral de la corteza prefrontal es donde se ocasiona la pérdida del control cognitivo y el deseo irrefrenable de consumir —craving—.
En este sentido, los neurocientíficos han descubierto que mediante la aplicación de técnicas de estimulación cerebral no invasivas, puede modularse la excitabilidad del córtex prefrontal dorsolateral. Lo que provocaría un aumento del mecanismo de control cognitivo y un descenso del craving. Lo cual, a su vez, compensa la desregulación del sistema neural de refuerzo, que tan afectada tienen las personas adictas.
Además, la modulación de la corteza prefrontal puede contribuir a generar cambios neurofisiológicos en la conectividad frontoestriatal del cerebro y en el funcionamiento del núcleo accumbens. Ello redunda en una mejora del control cognitivo, o sea, permite realizar cambios de conducta que lleven a la inhibición del consumo de drogas. Y, en líneas generales, beneficiaría la toma de decisiones adecuadas de estos pacientes.
¿QUÉ SON LAS TÉCNICAS DE ESTIMULACIÓN CEREBRAL NO INVASIVAS Y CUÁL ES SU ROL EN LA NEUROBIOLOGÍA DE LA ADICCIÓN?
Podemos definir a las técnicas de estimulación cerebral no invasivas como un grupo de
métodos y tecnologías novedosas, aplicadas mediante corrientes magnéticas o eléctricas en determinadas regiones cerebrales. Podríamos decir, muy entre comillas, que son la evolución tecnológica del antiguo método de electroshock o terapia electroconvulsiva.
Entre ellas están la Estimulación Magnética Transcraneal y la Estimulación Transcraneal de Corriente Directa. Ambas son empleadas como tratamiento neurorehabilitador en multitud de patologías y trastornos mentales; entre las que se cuentan las adicciones.
Hoy en día, la neurociencia las considera dos herramientas muy prometedoras tanto para el estudio de las bases neurobiológicas de las adicciones; como para utilizarlas como parte terapéutica de los tratamientos de adicciones. Sean adicciones a sustancias —cocaína, tabaco o alcohol son sus estudios centrales de momento— o adicciones conductuales —comida, ludopatía, videojuegos. etc.—
Por tanto, aplicadas estas técnicas de estimulación cerebral sobre la zona del córtex prefrontal dorsolateral, permiten modular su excitabilidad. Consiguiendo, como hemos dicho, un incremento del control cognitivo para favorecer un mayor autocontrol ante las conductas adictivas. Entre otras cosas, porque se logra disminuir el deseo de consumir drogas.
Con todo, estos avances en la neurobiología de la adicción son incipientes, aunque muy esperanzadores, sin duda. Aún se están desarrollando muchas investigaciones al respecto, aunque los resultados que arrojan los estudios realizados son muy positivos.
MÁS ALLÁ DE LA NEUROBIOLOGÍA DE LA ADICCIÓN
Entender cómo funciona —y se modifica— diversos circuitos cerebrales con el consumo de drogas, ayuda a comprender que no estamos ante una mera actitud viciosa. Como vimos, la adicción es una enfermedad fisio-psicológica crónica, que puede controlarse siguiendo un tratamiento de recuperación, pero jamás eliminarse. Y que no todos los consumidores de sustancias tóxicas terminan siendo adictos, solo un porcentaje de ellos lo serán debido a condicionamientos genéticos.
Ahora bien, este conocimiento neurocientífico no puede hacernos olvidar que la adicción esconde una falta de regulación emocional muy fuerte en la persona. O, dicho en otros términos, la adicción es una búsqueda de un alivio, de distracción a corto plazo, para anestesiar sentimientos de dolor, tristeza, angustia o soledad.
Por eso, en gran parte, está ligada a la ansiedad: se consumen drogas para reforzar el circuito de recompensa y mitigar la ansiedad y la desazón que provocan las heridas emocionales. De ahí que en los tratamientos de las adicciones se trabaje mucho con la psicoterapia y diversas terapias de sanación emocional. Un aspecto del que trataremos a fondo próximamente en otro artículo.
Por tanto, tener en cuenta el funcionamiento neuronal, o la neurobiología de la adicción, y la aplicación de intervenciones terapéuticas que ayuden a resolver las experiencias personales negativas, es fundamental. Pues la adicción, en realidad, es un síntoma de un conflicto interno que se convirtió en enfermedad al perder el control sobre el consumo de drogas. Y es en esta última parte del proceso donde entran en juego los diferentes mecanismos neurobiológicos.
REfERENCIAS CONSULTADAS
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- Universidad de Belgrano (2020). Neurociencias de las adicciones a cargo del Dr. Diego Redolar Ripoll. Recuperado de https://youtu.be/MG-DCmLpv8I
Redactora de comunicación en el Instituto Castelao.
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