No resulta extraño encontrar personas que alternan el consumo de cocaína y alcohol con frecuencia. Ambas son sustancias psicoactivas de gran poder adictivo y destructivo para el organismo. Pero su combinación da lugar a la aparición del metabolito cocaetileno, sumamente perjudicial para la salud y que entraña un gran riesgo de mortalidad por sobredosis.
EL PATRÓN DE CONSUMO MIXTO ENTRE COCAÍNA Y ALCOHOL
El hábito de consumir cocaína y alcohol está bastante extendido entre los adictos a la cocaína. A pesar de sus terribles consecuencias para la salud, este patrón mixto de consumo es una práctica constante. Especialmente entre la población menor de 40 años. Lo asombroso es que estos consumidores pueden percibirse como adictos a la cocaína, pero no con problemas de alcoholismo.
Sabemos que el consumo de alcohol, como también de nicotina, puede funcionar como puerta de entrada al empleo de drogas ilegales. No se da en todos los individuos, por supuesto. Pero sí existe un grupo de población que por cuestiones biológicas individuales revisten mayor riesgo de adicción a la cocaína.
No obstante, el abuso de alcohol en consumidores habituales de cocaína es una práctica común, ya que beben para mitigar los efectos psicoestimulantes de la cocaína. Así lo evidencian diversos estudios científicos y clínicos. De hecho, un estudio español realizado a más 2100 estudiantes universitarios confirmaba que el 1 % eran consumidores de cocaína habituales; entre dicho colectivo, el 95 % recurrían al consumo de alcohol y un 90 % también al uso de cannabis. Ambas sustancias, estas últimas, depresoras o psicosedantes.
Ahora bien, la ingesta de alcohol vuelve al organismo más vulnerable a los duros efectos de la cocaína. Y mucho más proclive al consumo compulsivo. Pero el auténtico problema reside en que la combinación de ambas drogas eleva exponencialmente la toxicidad orgánica y el riesgo de mortalidad.
Sin embargo, estos consumidores consideran una necesidad emplear ambas drogas, ya que presuponen que una atenúa los efectos de la otra. Aunque esta es una creencia errónea. Como veremos a continuación, la mezcla de cocaína y alcohol expone al individuo a un deterioro de su salud mucho más rápido y grave que el uso de ambas drogas por separado.
LOS EFECTOS DE LA COCAÍNA VS. LOS EFECTOS DEL ALCOHOL EN ORGANISMO
Es claro que la cocaína y el alcohol son sustancias psicoactivas de gran poder adictivo y neurotóxico. Sin embargo, pertenecen a tipologías distintas, como se percibe del impacto que ejercen sobre el sistema nervioso central y las funciones cerebrales, totalmente opuesto.
Así, la cocaína es una sustancia psicoactiva estimulante, cuya función principal es dar energía al organismo. Así, sus efectos generan una excitación del sistema nervioso y una sensación de euforia y mayor rendimiento. Pero, a su vez, aumenta el ritmo cardíaco, la presión arterial, la temperatura corporal y la respiración. De ahí que pueda causar taquicardias, temblores, ansiedad, cólera, ataques de pánico, alucinaciones e insomnio.
Mientras, el alcohol es una sustancia depresora. Es decir, provoca una inhibición en el sistema nervioso, lo que aporta sensación de relajación y lentitud. Así, los efectos propios del alcohol se resumen en: disminución del ritmo cardíaco; la presión arterial, la respiración, la temperatura corporal y la capacidad de reacción. Dificultad para coordinar los movimientos, y déficit de atención, memorización y toma de decisiones. También la apatía, fatiga y estados depresivos son síntomas del trastorno por consumo de alcohol.
Por tanto, quienes beben alcohol de forma abusiva experimentan los efectos opuestos a los de la cocaína. Esto lleva a que muchos cocainómanos recurran a la ingesta de alcohol —u otra sustancia sedante— para contrarrestar los efectos de la cocaína. O sea, calmar su actividad mental, su nerviosismo y la hiperestimulación corporal.
También puede darse la circunstancia inversa, aunque resulta menos común. Es decir, que tras estar bebiendo alcohol se consuma cocaína para revitalizar el cuerpo y la mente.
Sin embargo, la combinación sucesiva de ambas drogas agrava el cuadro psicoactivo de cada una de ellas y, por tanto, su toxicidad.
LA AMENAZA PARA LA SALUD DEL CONSUMO MIXTO DE COCAÍNA Y ALCOHOL
En efecto, el uso sucesivo de cocaína y alcohol supone un auténtico cóctel molotov para el organismo. Si ambas sustancias por separado provocan considerables estragos para la salud, al consumirlas seguidamente intensifican sus efectos y aumentan los riesgos. Nos referimos sobre todo al riesgo de colapso orgánico o muerte súbita, más elevado en este patrón de consumo mixto.
El mal hábito de combinar sendas sustancias psicoactivas termina produciendo un notable deterioro físico, mental y cognitivo. A lo cual hay que añadir una gran propensión a las conductas agresivas, competitivas y temerarias; así como al descontrol personal generalizado —de consumo de otras drogas, de gastos, etc.
Como evidencian diversas investigaciones, la ingesta de alcohol aumenta la necesidad de consumir cocaína. Dicho incremento de la compulsión de consumo y conductas de riesgo en los usuarios de cocaína y etanol tiene un motivo preciso. Se trata de la presencia de un metabolito llamado cocaetileno, consecuencia del policonsumo, que resulta verdaderamente tóxico, para el hígado principalmente.
Así, el hígado produce cocaetileno, al alterarse el metabolismo de la cocaína debido al alcohol, aproximadamente dos horas después de consumirse ambas drogas. Cuando el hígado intenta eliminar la cocaína, el alcohol interrumpe el proceso, dejando un 20% sin metabolizar.
Se ha comprobado que el cocaetileno eleva considerablemente los riesgos de mortalidad; pues si de por sí una sobredosis de cocaína o de alcohol puede resultar letal, la mezcla de ambos incrementa hasta 25 veces esta amenaza.
Y es que dicho metabolito genera un efecto subjetivo de falsa sensación de control sobre el consumo. Con lo cual, la persona no es consciente de que está cometiendo un exceso de consumo que puede llevarle a una intoxicación grave. Con todo, el mayor riesgo de concentración de cocaetileno sucede cuando se toma alcohol antes que cocaína.
LOS EFECTOS ADVERSOS DEL COCAETILENO
Pero, ¿cómo actúa el cocaetileno en el organismo y cómo afecta al sistema nervioso central en particular? Pues bien, en lo inmediato, la producción de este metabolito genera efectos euforizantes y estimulantes ligeros, a la vez que disminuye los efectos depresores del alcohol.
Sin embargo, a medio o largo plazo, aumenta las probabilidades de generar una adicción. Además, parte de su potencial tóxico se observa en el deterioro de la salud integral del consumidor, mucho más acusado y más rápido que el que produce cada sustancia sola.
Así, la presencia de alteraciones neuropsicológicas o cognitivas, cambios en el estado de ánimo, ansiedad, conflictos familiares y laborales,… no se hacen esperar. Si bien, lo más preocupante es que dicho metabolito provoca mucho más peligros para la salud física y mental que los causados por el mero consumo de cocaína.
Por citar solo algunos de sus efectos perjudiciales para salud, el cocaetileno es el responsable de los siguientes episodios clínicos:
- Infartos de miocardio y derrames cerebrales.
- Hipertensión arterial.
- Convulsiones.
- Degeneración hepática, puesto que este metabolito se crea en el hígado.
- Deficiencias neuropsicológicas importantes: deterioro cognitivo, pérdida de memoria y capacidades ejecutivas.
- Trastornos psicóticos de diversos grados de gravedad.
- Mayor riesgo de mortalidad e ingresos hospitalarios de urgencia por causa de intoxicación severa.
A pesar de todo, los usuarios de cocaína y alcohol no reparan en estos riesgos que se cierne ante ellos. Muy al contrario, alegan que la ingesta de alcohol les ayuda a controlar la hiperestimulación producida por la cocaína.
La mayoría de estos politoxicómanos, si acaso, se perciben como adictos a la cocaína, pero no con problemas de alcoholismo. No obstante, sus diagnósticos clínicos confirman una interacción metabólica de abuso de alcohol y consumo de cocaína que se refuerza mutuamente.
CÓMO SALIR DE LA ESPIRAL DESTRUCTIVA DE CONSUMO ABUSIVO DE COCAÍNA Y ALCOHOL
Cada vez es más común encontrarse con enfermos adictos que poseen un patrón de consumo mixto de cocaína y alcohol. Especialmente, en consumidores jóvenes, como el colectivo de universitarios. Ya que, curiosamente, los consumidores habituales de cocaína tienden a consumir otras sustancias psicoactivas depresoras como alcohol o cannabis en la mayoría de los casos.
Entonces, sus problemas adictivos se intensifican y recrudecen, debido a las reacciones orgánicas y neurobiológicas que produce la mezcla de ambas drogas. Tal como sucede con el cocaetileno. Pero, más allá de las duras consecuencias físio-psicológicas que ocasiona, están las consecuencias psicosociales y socioafectivas que deja su consumo. Tremendamente deficitarias y problemáticas.
Lo que termina abocando a la persona adicta a la cocaína y alcohol —u otras drogas de abuso— a una vida sin sentido, carente de valor; que impide su desarrollo personal y un proyecto de vida satisfactorio.
Conscientes de esta realidad, los centros de adicciones como Instituto Castelao se afanan en brindar tratamientos de recuperación multidisciplinares. Donde se realice un abordaje sanitario y terapéutico que combata los efectos nocivos del policonsumo de drogas en todas las áreas de la salud individual.
En este sentido, los resultados de los tratamientos aplicados a las politoxicomanías son cada vez más efectivos. Puesto que se sustentan no solo en terapias psicológicas especializadas en adicciones; sino también en los más recientes postulados formulados desde la neurociencia, en concreto, de la neuropsicología de la adicción.
Sin duda, la existencia de este tipo de tratamientos de recuperación arroja una luz de esperanza para estos pacientes que sufren las consecuencias más severas del abuso de drogas. Pero hoy es posible superar la adicción a las a drogas, aun cuando esta sea una doble adicción a dos de las peores sustancias psicoactivas: la cocaína y el alcohol.
REFERENCIAS CONSULTADAS
- Ambrosio Flores, E. (2008). Efectos de las drogas en el ser humano. Recuperado de https://bit.ly/3sPcQ8o
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- Patiño-Masó, J. & al. (2013). Consumo de cocaína y policonsumo de sustancias psicoactivas en jóvenes universitarios. Recuperado de https://bit.ly/3lzVwQQ
- Rubio, G. y Santo-Domingo, J. (2004). Todo sobre las drogas. Información objetiva para decidir y prevenir. Ediciones Martínez Roca. Madrid.
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