Si bien aún no está catalogada como enfermedad psicológica, la adicción al ejercicio se ha convertido en un mal de nuestro tiempo. Y los psicólogos y especialistas en salud son cada vez más conscientes de los riesgos para el organismo que comporta. La liberación de endorfina se une a la dopamina y serotonina en quienes practican deportes de riesgo, una adicción que puede ser tratada como otra dependencia conductual.
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¿CUÁNDO podemos hablar de adicción al ejercicio?
Si la tradición académica de las últimas décadas se ha enfocado en resaltar los efectos beneficiosos de practicar ejercicio físico, incluidos los psicológicos al lado de los físicos, en los últimos años estos estudios han dado un giro orbital. Así, pues, resaltan el efecto negativo que el deporte, realizado en determinadas circunstancias, puede ocasionar.
¿Cuáles son las motivaciones que nos llevan a la práctica deportiva? La autoestima, la salud en sí misma considerada, o bien, como válvula de escape del estrés cotidiano y, frecuentemente, su carácter competitivo. Todos estos, y otros muchos motivos que se pueden aducir, entran dentro del rango de la causalidad positiva.
Ahora bien: ¿Qué ocurre cuándo esas causas devienen en una adicción?
La clave reside en determinar cuándo el ejercicio considerado sano se convierte en adictivo. De todos es sabido que el ejercicio es una actividad sana, es decir, que se debe disfrutar a la vez que producir satisfacción.
Fases de la adicción al ejercico
Para la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, existen siete variables de diagnóstico de la enfermedad de adicción: tolerancia, abstinencia, efectos deseados, pérdida de control, tiempo, conflicto y continuidad pese a un evidente perjuicio a la salud. Cuando se producen tres o más de estas dimensiones, nos hallaríamos ya en el momento de la adicción.
A ese estado se llega, según un estudio publicado por el Centro Nacional de Biotecnología de Estados Unidos, en cuatro fases:
- La primera fase está todavía presidida por el ejercicio recreacional, cuando se disfruta del mismo y se obtiene una recompensa.
- La segunda es la de los ejercicios de riesgo, cuando la actividad física se utiliza como una válvula de escape y supone un nivel de estrés. El culto al físico lleva a las personas a desarrollar una obsesión, con desencadenantes psicológicos y físicos.
- La tercera fase tiene que ver con los ejercicios problemáticos: cuando las personas comienzan a programar su rutina diaria en base a la práctica deportiva, además de llevar a su cuerpo a traspasar nuevos límites.
- Por último está la dependencia física y psíquica plena del ejercicio, cuando el practicante llena su vida de un deporte tóxico y que le enajena de sus demás actividades sanas. La adicción viene, así, enmarcada en el hecho de que el deporte comienza a afectar a la vida social, familiar y profesional de las personas.
Los investigadores consideran que no se puede calificar como adictos a los deportistas profesionales, quienes dedican buena parte del día a la actividad física; si bien matizan que en este grupo sí puede haber casos de adicción.
El centro de Atención e Investigación de Socioadicciones en España (AIS) estima que esta clase de trastorno, conocida como vigorexia, tiene cada vez una mayor repercusión en la sociedad.
Consecuencias de la adicción al ejercicio
Los adictos al deporte prefieren perjudicar su salud si ello les garantiza su “dosis” de actividad física. Por raro que parezca, existe la adicción al deporte. Una enfermedad poco frecuente, muy grave, y aunque se presenta en numerosas ocasiones en maratonistas y triatlonistas, también se da entre personas que practican deporte regularmente en el gimnasio.
Su motivación no es hacer deporte por placer ni para disfrutarlo, sino que responde a una adicción . En general, se autoconvencen (autoengañan) de que les irá mal si no lo hacen. Y aquí surge uno de los síntomas prevalentes de la adicción: la pérdida de control.
Muy ligado con la adicción al ejercicio está el perder su círculo social y su empleo, cuando su única motivación es hacer deporte. Y un efecto añadido, como en el caso de la adicción a las drogas, es el síndrome de abstinencia cuando no lo pueden practicar. Ello hace que se muestren irritables, e incluso tengan alteraciones del sueño o estados depresivos. Los casos más extremos, cuando no se sigue una adecuada terapia, consisten en la desintegración de matrimonios y la pérdida de amistades.
En ocasiones, la gente se sumerge en el deporte tras sufrir una seria crisis, como sería el fallecimiento de un ser querido. Cuando ello ocurre, si no se ponen límites, un hábito positivo deviene en adicción. La adicción afecta especialmente a personas con escasa autoestima y excesivamente perfeccionistas, amantes de la sublimación del propio cuerpo. Se sabe, no obstante, que del conjunto de la población que practica deportes, la adicción tiene una prevalencia baja, inferior al 1%.
Otra enfermedad de fondo
Los casos más extremos están considerados adicciones primarias. En el caso de las más frecuentes adicciones secundarias, vienen determinadas por otra enfermedad de fondo. Ésta tiende a tener que ver con una percepción equívoca del cuerpoy, en especial, con trastornos en la alimentación como la anorexia y la bulimia. Son aquellas personas que hacen deporte para quemar calorías y reducir su peso.
Los especialistas recomiendan que si una persona ha desarrollado una adicción al ejercicio, debe iniciar cuanto antes una terapia. Con vistas a que el deporte deje de ser el centro de su vida. Los investigadores aconsejan un análisis particular de cada caso, para desentrañar la causa que generó la adicción. A partir de ahí, se puede plantear un tratamiento y establecer si es necesaria la intervención de un especialista. Pedir ayuda es el salvoconducto necesario para neutralizar la dependencia ya generada.
PREOCUPACIÓN POR LA FIGURA
El desencadenante más común de la adicción al ejercicio tiene que ver con la apariencia. Si bien realizar como rutina ejercicio proporciona beneficios beneficios inmediatos, llevado al extremo se convierte en un problema de salud, incluso para las personas que comienzan una actividad física.
El AIS destaca la obsesión que envuelve a determinados deportistas: un afán desmedido por verse bien, que de otra forma creen no lograr, debido a un trastorno dismórfico corporal. Éste les lleva a percibirse sin masa muscular, flácidos, débiles y muy delgados.
La preocupación por la figura lleva a estas personas a dedicar una media de cuatro a cinco horas en el gimnasio. Allí, además de la intensidad física, se entregan a establecer comparaciones, constantemente, entre su cuerpo y el de otros compañeros. De este modo, incrementan el nivel de exigencia sobre sí mismos.
Otro de los factores adictivos que tiende a manifestarse es el hecho de sentirse bien. La actividad física libera la producción de endorfinas, lo que funciona como analgésico para el organismo. Tanto para aliviar las preocupaciones en la mente como el dolor corporal. El problema llega en forma de círculo vicioso, y es cuando las personas demandan una mayor producción de endorfinas. Ello les alivia el dolor que se incrementa en su cuerpo, al estar sometido a un desproporcionado esfuerzo.
Secundariamente, ello produce un distanciamiento de la realidad, puesto que las endorfinas llevan a las personas a olvidar más fácilmente sus problemas. Pero esta “liberación” conlleva un efecto temporal, la aparición de síntomas de depresión y soledad.
Otro factor negativo es que, al forzar el cuerpo hasta límites cada vez más exigentes, las personas tienden a modificar su dieta. Se produce, así, la aparición de trastornos alimentarios, que se ven elevados con el uso de anabolizantes y esteroides , comunes en gimnasios.
EL DEPORTE EXTREMO: ADRENALINA Y DOPAMINA
Entre los que practican deportes extremos, se dan unas pautas comunes: la búsqueda del placer y la satisfacción, las sensaciones de peligro,la liberación psíquica y física y la mejora de la autoestima.
La adrenalina prepara el organismo para la acción y en algunas personas genera una sensación placentera. Pero ello puede conducir fácilmente a la adicción en quienes practican deporte intenso o, más bien, extremo.
Quienes buscan emociones fuertes sienten la necesidad de elevar los niveles de adrenalina, la cual incide en la liberación de dopamina, una hormona relacionada con la sensación de placer. Aquí interviene la recompensa al esfuerzo. Todo deporte comporta momentos de crisis dada la intensidad de la práctica. Cuando se superan los momentos críticos y se finaliza la actividad, se percibe una sensación de bienestar y satisfacción . Y se despierta un alto deseo de volver a enfrentarse nuevamente con próximos desafíos.
La rutina, el estrés, lleva a que el acontecer diario se vuelva aburrido. Y ahí es donde la búsqueda de experiencias diferentes cobra significado. Actividades que impliquen emociones extremas como el deporte. Sin embargo, por mucho que nos guste experimentar deportes extremos, siempre hay que usar protecciones; casco y todos los implementos necesarios para disfrutar sin interrupciones lamentables.
Para el ser humano, la búsqueda del peligro se convierte en un reto, y también un rito, cuyo objetivo es mantenerse y aguantar hasta el final. Lo que agrega a la experiencia la sensación de potencia, poder y valor.
LA TRÍADA DEL PLACER en la adicción al ejercicio
Hay deportistas de élite que desencadenan por sí solos, de forma inconsciente, la famosa tríada: adrenalina, dopamina y serotonina. Esta última es la que da la serenidad y el sosiego.
La adrenalina y la dopamina generan bienestar, felicidad. El cerebro segrega la dopamina cuando hay placer, en el caso de los deportes extremos tirarse desde una montaña, volar sin motor, descender por las aguas bravas de un río o en bici por una montaña a la que tienes que acceder con un remonte.
El problema es que nuestro cerebro se acostumbra a esas sensaciones. Por ello, estos deportistas precisan cambiar de actividad y buscar nuevos retos. Necesitan su dosis de dopamina. Hay personas con predisposición genética para liberar más dopamina como respuesta a un riesgo, según revela el mundo científico.
La adrenalina, contrariamente a lo que se cree, es la sustancia que segregamos para evitar un peligro: la amenaza de un peligro cierto o, en el mundo animal, la que genera la cebra cuando tiene que huir frente al ataque de un león. En el deporte extremo ocurre lo mismo, sólo que combinada con la dopamina, es un placer para los valientes que lo practican.
REFERENCIAS
- BBC News, (2014). Cuándo practicar deporte se convierte en una adicción. Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/10/141023_deportes_adiccion_problema_exceso_comida_jmp
- National geographic (s/f). Cuando el deporte se convierte en adicción. Recuperado de: https://www.ngenespanol.com/ciencia/deporte-adictos-peligros-salud-excesos/
- Garrido, J. (S/f). Deporte extremo ¿por qué crea adicción? X-Fem. Recuperado de: https://www.xfem.es/deporte-extremo-por-que-crea-adiccion/
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