
Con frecuencia se suele citar los numerosos efectos de la cocaína en la salud física y mental del consumidor o adicto. Pero es necesario comprender que las consecuencias de la cocaína son tanto personales como familiares y sociales. En el caso de la persona consumidora su impacto devastador alcanza a todas las facetas de su vida. Mientras que para la sociedad se convierte en un problema de salud pública poco divulgado y afrontado.
Las múltiples consecuencias del consumo de cocaína en la calidad de vida de sus consumidores
Dado que el número de personas que consumen cocaína en España se mantiene elevado; no está demás recordar cuáles son las consecuencias de la cocaína en todas las vertientes de la vida cotidiana de quien la consume. Tanto si se refiere a su uso o a su abuso, el resultado de su consumo va más allá de los efectos de la cocaína en la salud física o mental. De hecho, sus consecuencias tienen un matiz biopsicosocial, eso significa que perjudica al estilo de vida de la persona consumidora y su relación con el entorno.
Su presencia en la sociedad reviste muchas preocupaciones; puesto que sus consumidores pueden experimentar casos de urgencias sanitarias, conductas antisociales y tener que lidiar con problemas legales. Además de desestructurar la vida familiar y trastocar su desarrollo personal en el ámbito académico, laboral o social.
Ciertamente, la cocaína es una droga ilegal sumamente problemática. Como sustancia psicoestimulante, sus efectos a corto plazo son potentes, pero de escasa duración. Ello incita a que un uso continuo de la misma, lleve a un abuso y este abuso desarrolle la enfermedad de la adicción. Y este proceso se puede dar con cierta rapidez, dado el poder adictivo que posee.
Su consumo corrompe el funcionamiento natural del cerebro, lo que origina toda una serie de trastornos y alteraciones. Pudiendo provocar casos de mortalidad, por intoxicación aguda o crónica o actos imprudentes.
Los resultados de la investigación global sobre esta sustancia psicoactiva, señalan que su consumo abusivo ocasiona graves alteraciones mentales y fisiológicas; pero también sociales y afectivas. Es decir, las consecuencias de la cocaína tienen un impacto en nuestra salud integral o biopsicosocial, como veremos a continuación. Por ende, el abismo autodestructivo al que el uso de la cocaína aboca es desgarrador.
Consecuencias fisiológicas u orgánicas por consumo de cocaína
Podemos resumir el impacto del consumo de cocaína en la salud física y fisiológica diciendo que esta droga degenera el funcionamiento de todo el organismo. El motivo principal es que la cocaína como psicoestimulante expone al organismo a una aceleración intensa de sus funciones. Al tiempo que limita el aporte de sangre y oxígeno al cuerpo. Por lo que es común que sus consumidores habituales y crónicos presenten un gran deterioro multiorgánico.
Así, tanto si se consume de forma esporádica, como —sobre todo— si se usa de forma abusiva, e independientemente de la dosis o del tipo de consumo; la cocaína promueve consecuencias físicas graves. Más aún si hablamos de consumidores adolescentes o jóvenes.
De hecho, su consumo es la causa más frecuente de mortalidad por infarto, ictus, convulsiones generalizadas o muerte súbita. Y es que, al acelerar el ritmo cardíaco, puede causar desde taquicardias hasta un infarto cardíaco, debido a la falta de oxígeno. Además, al disminuir el grosor de los vasos sanguíneos, puede aparecer aumento de la presión arterial. En consecuencia, el riesgo de hemorragias cerebrales en sus consumidores no es nada rara.
Las alteraciones neurológicas, del sistema nervioso y el funcionamiento normal del cerebro que provoca esta sustancia psicoactiva tienden a ser graves. La obstrucción y rotura de los vasos sanguíneos deviene en hemorragias o accidentes vasculares cerebrales. Además, las convulsiones y crisis epilépticas son muy probables, tanto en consumidores de cocaína esporádicos como habituales. Así como pueden aparecer lesiones renales y hepáticas, muchas de ellas crónicas.
Las consecuencias físicas más visibles de la cocaína
Asimismo, como consecuencia de la cocaína aparecen quemaduras en las vías respiratorias, problemas pulmonares y, en el peor de los casos, hemorragia pulmonar. En aquellas personas que la esnifan, puede producirles perforación del tabique nasal y hemorragias nasales. En todos los casos, estas personas padecen una pérdida del sentido del olfato.
Otro efecto de la cocaína es la desregulación del sueño y la pérdida del apetito, lo cual a medio o largo plazo termina debilitando al organismo en general. Pues es bastante común que los consumidores de cocaína tengan un aspecto demacrado y la malnutrición sea evidente.
Por último, cabe mencionar las complicaciones gastrointestinales, dolor abdominal agudo y vómitos frecuentes; al igual que las cefaleas, migrañas y el aumento de la temperatura corporal. Y todo ello se debe a la alta toxicidad de esta droga estimulante. Por tanto, los consumidores de cocaína no muestran una presencia muy atractiva y saludable.
Consecuencias de la cocaína en la salud mental
Entre las numerosas consecuencias nefastas de la cocaína en el cerebro, se evidencian los problemas neuropsicológicos que provoca, relacionados con el deterioro cognitivo. En este sentido, la neurobiología de la adicción ha demostrado que el consumo de cocaína perjudica las funciones mentales como la orientación, atención, memoria, lenguaje, funciones ejecutivas y capacidad para tomar buenas decisiones.
Por otra parte, los cambios bruscos de ánimo, la irritabilidad y la impulsividad irreflexiva son las primeras señales de las consecuencias de esta droga. Como también lo son las conductas irresponsables, la dificultad para dormir y los hábitos disfuncionales en la alimentación. Todas estas disfunciones psicológicas, junto al deseo irresistible de consumir cocaína, conforman el síndrome de abstinencia de la cocaína.
Así, los cambios emocionales bruscos, las reacciones exageradas o la apatía, son algunas muestras de las alteraciones en la personalidad del consumidor. Y, en muchos casos, ni siquiera la persona consumidora entiende por qué se comporta así; lo que provoca que el propio adicto se desconozca a sí mismo y se incomunique con el mundo en general.
Por lo demás, la cocaína produce sensaciones de agitación y ansiedad exacerbada, que pueden desembocar en situaciones de pánico. Por otro lado, los estados depresivos también se manifiestan en gran parte de los consumidores. De ahí que caigan en la apatía, la desazón, la ausencia de responsabilidad y sentido personal como parte de este cuadro depresivo.
Las peores consecuencias psíquicas que provoca esta droga
Quizás las peores consecuencias de esta sustancia psicoactiva tienen que ver con cómo afecta a la salud mental del consumidor. Así, la cocaína tiene una estrecha vinculación con la aparición de enfermedades mentales o comorbilidad psiquiátrica. Pues los episodios depresivos, ansiosos, paranoides, las alucinaciones auditivas y la pérdida del contacto con la realidad son habituales consecuencias de la cocaína en el cerebro.
En casos extremos, pueden aparecer incluso ideas de suicidio. El consumo de cocaína puede ser también un desencadenante a largo plazo de trastornos psicóticos que evolucionen en esquizofrenia.
Pero aún hay más. En el caso de padecer cuadros psicóticos, hay personas cocainómanas que experimentan alucinaciones zoópsicas. Estas consisten en que la persona siente un picor desesperante y sentir que está siendo invadida por una plaga de insectos. Dichas alucinaciones pueden llegar a ocasionar lesiones cutáneas.
Y, finalmente, teniendo en cuenta el elevado poder adictivo de esta droga, un gran porcentaje de sus consumidores pueden convertirse en adictos. Lo que significa que padecerán la enfermedad de la adicción, la cual es crónica y recidivante. Es decir, con tendencia natural a las recaídas en el consumo, si la persona adicta no sigue un tratamiento terapéutico que la ayude a mantener la abstinencia.
Sin duda, la lista de consecuencias perjudiciales del consumo de cocaína en la salud mental es realmente larga. Desde trastornos psicológicos a enfermedades mentales o comorbilidad psiquiátrica, pasando por deterioro neuropsicológico. Todo lo cual repercute negativamente en la calidad de vida y limita muchísimo su vida familiar y social.
Consecuencias de la cocaína en la vida social de la persona adicta
Las consecuencias de la cocaína en la salud física y mental se reflejan especialmente en su estilo de vida y su conducta social. Por todos los daños descritos que esta sustancia ocasiona en las funciones cerebrales y su personalidad, aparecerán serios problemas de convivencia familiar y social. Porque las alteraciones mentales que causa el abuso o la adicción a esta droga terminan repercutiendo en diversas facetas vitales de la persona consumidora.
Esto es debido a que las alteraciones psicológicas y una salud orgánica debilitada llevan al individuo a manifestar un gran malestar personal; que reproduce en conductas antisociales y desadaptativas. Dichos comportamientos se ven incitados por la impulsividad, la disminución de capacidad de juicio y los estados paranoides, especialmente.
Así, actos violentos o temerarios, conductas autodestructivas y deterioro de las relaciones interpersonales son males comunes que azotan la rutina en los consumidores de cocaína. En este sentido, entre las consecuencias sociales negativas que se derivan del hábito de consumir esta sustancia destacan las siguientes:
Consecuencias familiares
Sin duda, la familia y la pareja de una persona adicta o consumidora abusiva de la cocaína son quienes más sufren la transformación de su personalidad. Así como sus conductas incontroladas, disfuncionales y problemáticas. Tal es el impacto doloroso que provoca el empleo de cocaína de uno de los miembros de la familia, que las relaciones de convivencia se deterioran notablemente.
De hecho, cuando una persona adicta a la cocaína ingresa en un tratamiento de recuperación, los familiares también reciben apoyo terapéutico. Tanto para recuperar su equilibrio emocional como para reconstruir, entre todos, los lazos familiares y afectivos.
Sin embargo, en el transcurso de sus hábitos de consumo, la persona enganchada puede ir perdiendo el apoyo familiar o de pareja y encontrarse cada vez más solo. Y volver a reconstruir esa confianza y esa unidad familiar o conyugal puede suponer un gran esfuerzo.
Consecuencias socioafectivas
Un aspecto muy vinculado a las consecuencias familiares, solo que se extiende al mundo exterior y social del individuo.
En efecto, los cambios de estado anímico, la irritabilidad, agresividad, impulsividad y el nerviosismo ocasionan muchas desavenencias en la vida social de la persona cocainómana. Las discusiones, los ataques de ira, los malos tratos y la falta de juicio entorpecen la buena convivencia o relacionamiento con las personas del entorno.
De ahí que sean habituales los enfrentamientos familiares, las rupturas de pareja, el abandono de las amistades y los problemas con los compañeros en su vida diaria. La actitud de estar a la defensiva, motivada por los recelos que la cocaína incrementa, pueden llevar a la incomunicación y el aislamiento social voluntario.
No obstante, como ya mencionamos, la realidad es que esa incomunicación social es un reflejo del mundo interno del cocainómano; puesto que la droga altera su personalidad y llena de nebulosidad sus pensamientos. Lo cual redunda en cometer acciones desadaptadas. O bien, decidir desligarse del mundo circundante, al sentir que es imposible compaginar su vida socioafectiva con su deseo compulsivo por consumir
Disminución del rendimiento laboral y académicos
El consumo excesivo de sustancias como la cocaína perjudica a muchos procesos cognitivos y mentales. Especialmente a la memoria episódica, la atención —selectiva y/o sostenida—, la planificación, el procesamiento emocional, la capacidad de toma de decisiones, etc. En consecuencia, la persona adicta muestra serios problemas para el desarrollo eficiente de las tareas de su vida cotidiana.
Ello se refleja en buena medida en una evidente disminución del rendimiento intelectual, ocasionando problemas en el rendimiento académico y laboral. A ello hay que sumar el absentismo motivado por los problemas de salud o de desinterés del individuo; así como el incumplimiento de las obligaciones. En el caso de los trabajadores, esto puede originar un despido laboral.
Problemas económicos
Consumir cocaína sale muy caro. Y al tener unos efectos tan efímeros y el organismo adaptarse rápidamente a su presencia; el adicto tiende a repetir las dosis para alcanzar los efectos placenteros de los primeros tiempos. De ahí que mantener este hábito sea tan costoso y trastoque tanto la economía del consumidor.
No es raro que muchos de ellos estén endeudados o carezcan de recursos económicos suficientes. Y si éste se convierte en dependiente a la cocaína, el problema se agrava aún más. Además, si no dispone de empleo, el adicto puede verse tentado a cometer algún delito para poder financiar su adicción; pues, la compulsión a consumir, en los drogodependientes, es casi imposible de controlar.
Posibilidad de accidentes por conductas temerarias
Conducir o ir a trabajar bajo los efectos de la cocaína puede acarrear accidentes de tráfico involuntarios con consecuencias fatales. Esto se debe a que el uso de esta sustancia nubla el juicio y hace caer en una enajenación de la realidad.
Muy relacionada con esta distorsión mental se halla el llamado Síndrome de Superman. Este aparece cuando, tras consumir, la persona se siente más poderosa y rebosa complejo de superioridad. Ello le estimula a realizar conductas temerarias de diversas consecuencias.
Por otra parte, bajo los influjos de la cocaína algunas personas se sienten acosadas, perseguidas y amenazadas. Esta impresión alucinatoria puede provocar en el individuo una actitud defensiva acompañada de comportamientos agresivos o alterados. Como resultado, puede cometer acciones imprudentes o temerarias que terminen dañándolo o dañando a otras personas.
No obstante, cabe tener presente lo comentado sobre las consecuencias de la cocaína en la salud mental, pues estas suelen ser la causa de gran parte de sus conductas desadaptadas y agresivas.
Consecuencias legales y sancionadoras
La cocaína, en todas sus presentaciones, es considerada una droga ilegal y dura. Su tenencia y consumo personal no constituye un delito; pero sí es un hecho sancionable a través de la aplicación de multas a los usuarios. Por tanto, no es infrecuente que los consumidores o adictos sean interceptados por la policía y reciban sanciones administrativas.
Por otro lado, si la persona cocainómana lleva a cabo algún tipo de delito (como robo o hurto) motivado por su adicción; es muy probable que, además, se vea envuelta en problemas judiciales.
Marginación y rechazo social
Existen muchos estereotipos y clichés sociales, todos negativos, acerca de las personas consumidoras abusivas de drogas o drogodependientes. La sociedad margina a estos individuos y los culpabiliza de su propia dependencia.
No en vano, ¿cuántas veces se habla de ellos como personas amorales, débiles de voluntad o descarriadas? Como también los estigmatiza bajo el concepto de individuos peligrosos para la sociedad; sin pararse a comprender el auténtico calvario por el que pasan estas personas, que no pueden controlar su enfermedad.
Esta marginación social explícita, que afecta sobre todo a las mujeres consumidoras, puede obligarlos a recluirse más en sí mismos. Y ese malestar psicológico y emocional lo intentarán compensar con más consumo de cocaína, para evadirse o sentirse mejor por un instante. Lo cual los mantiene en una bola de nieve autodestructiva.
Factores que intensifican las consecuencias de la cocaína en sus consumidores
Suele ser habitual que los consumidores o adictos a la cocaína también consuman otro tipo de sustancias psicoactivas; es decir, sean politoxicómanos. Lo más común es que se combine la cocaína con sustancias depresivas, como el alcohol o los sedantes. De este modo, contrarrestan los efectos estimulantes sobre el sistema nervioso central.
De hecho, diversos estudios señalan que muchos cocainómanos se vuelven alcohólicos, pues el alcohol les ayuda a rebajar su ansiedad. No obstante, la realidad es que la adicción a dos o más sustancias incrementan las consecuencias adversas que devienen de todo consumo de drogas. Con especial énfasis en lo que se refiere a la salud física y psicológica.
Por otro lado, las consecuencias biopsicosociales que aparecen tras el consumo de cocaína se agravan si el individuo tiene una disposición genética. Este fenómeno se denomina comorbilidad. Las interacciones más propensas son los trastornos depresivos, de ansiedad, psicóticos o trastornos de personalidad, incluyendo la personalidad antisocial.
Las consecuencias de la cocaína como problema social y de salud pública
Las adicciones y los diversos trastornos que provocan, resultan un serio desafío público. De hecho, la adicción a las sustancias psicoactivas es uno de los principales problemas sanitarios en los países desarrollados, según la OMS. Más allá de la relativa accesibilidad que la población tiene a estas sustancias nocivas; el mayor problema que presentan radica en su consideración como tema tabú y de estigma social.
Sin duda, la adicción a las sustancias psicoactivas no termina de asumirse como una enfermedad mental, si bien se está haciendo un gran esfuerzo por divulgar y sensibilizar sobre esta realidad. Pero la falta de educación y compromiso social sobre los graves riesgos del consumo de drogas se percibe claramente en su elevado uso recreativo. Así lo refleja cada año el informe europeo sobre drogas y los informes ESTUDES, del Ministerio de Sanidad.
En todo caso, es claro que las consecuencias de la cocaína —u otras sustancias psicotrópicas— no sólo impactan en la población que las consume; sino en toda la sociedad en general. Un ejemplo de ello es el importante gasto sociosanitario que provoca.
Para atajar esta problemática es precisa su aceptación como fenómeno social que hay que visibilizar y atender convenientemente. Por ejemplo, mediante programas de prevención; apoyando las investigaciones sobre cómo tratar esta enfermedad, etc. Pero, principalmente, dejando de estigmatizar —cuando no criminalizar— a la persona adicta. Y haciendo visible una realidad que debe ser afrontada desde todos los ámbitos, con naturalidad y sin cargas afectivas negativas.
Porque esa concepción social tan sancionadora —moral y legalmente— que envuelve al mundo de las drogas, es lo que provoca que muchos consumidores se aíslen y no se atrevan a pedir ayuda cuanto antes. Y cuanto más tiempo pasen en el laberinto del consumo desmedido, más trágicas serán sus consecuencias.
Referencias consultadas
- ECMDDA (2022). Informe europeo sobre drogas. Tendencias y novedades 2022. Recuperado de https://bit.ly/3p0zBEb
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- González Llona, I., Tumuluru, S., González-Torres, M. Á., & Gaviria, M. (2015). Cocaína: una revisión de la adicción y el tratamiento. Recuperado de https://bit.ly/3yKWem3
- Pascual, F.; Torres, M. y Calafat, A. (Edit.) (2001). Monografía Cocaína. Recuperado de https://bit.ly/3LxXrA7
- Rubio, G. y Santo-Domingo, J. (2004). Todo sobre las drogas. Información objetiva para decidir y prevenir. Ediciones Martínez Roca. Madrid.
Redactora de comunicación en el Instituto Castelao.
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